Los coronavirus son unos virus cuya superficie presentan unos picos que se asemejan a una corona, de ahí su nombre. Son muchas las familias de este virus, que pueden causar enfermedades tanto en personas como en animales. 

Es desmedida la información que recibimos estos días; demasiada. Gran parte no es cierta. Deberíamos hacer caso sólo de aquella que es fiable. Y ¿cómo sabemos que lo es, os preguntaréis? Pues aquella que proceda de un organismo oficial, como la OMS o el Ministerio de Sanidad o que haya sido publicada en una revista de rigor científico.  Ésa es la única fiable.

Este tipo de coronavirus es muy nuevo y, muchos datos de los que disponemos, todavía no se pueden extrapolar. Cierto es que los científicos han conseguido aislarlo, secuenciarlo, identificarlo y desarrollar pruebas para su diagnóstico.

Vamos a ver algunas de las preguntas que circulan por las redes y cuál es la respuesta científica y validada sobre esto.

  • ¿Qué es el coronavirus?

Al comienzo de este artículo hemos definido qué es y hemos visto a qué debe su nombre, así como que existen varias familias de estos virus.

En los humanos, varios coronavirus causan infecciones respiratorias, como el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) que en 2002 causó una pandemia con 8000 infectados y 800 muertes o síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y, actualmente, el SARS-COV2, que causa la enfermedad COVID-19

  • ¿De dónde viene el COVID19?

Los primeros casos están relacionados con un mercado de venta de comida en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, China. El contacto estrecho que había en dicho mercado entre animales y humanos que normalmente no conviven juntos, pudo causar que el virus “saltara” de un huésped a otro, es decir, de algún animal aún no identificado al humano y comenzar su transmisión entre las personas.

  • ¿Cómo se propaga?

A través de las microgotitas que expulsamos por la nariz o la boca de la persona infectada. Estas gotas caen a las superficies, que si tocamos y a continuación nos llevamos la mano a la cara, causará el posible contagio.  Además si algún infectado, tose a una distancia menor de 1 metro de nosotros, también será causa de contagio, pero el virus no permanece flotando en el aire, cae al suelo o cualquier superficie.

  • ¿Por qué si lo comparan con la gripe debemos guardar estas medidas de aislamiento tan poco frecuentes?

Antes de compararlo con la gripe habremos de saber que ésta no es tan trivial como creemos. Sólo en España mueren de esta enfermedad, anualmente, 6300 personas y son más vulnerables a ella las personas con patologías previas de diversos tipos. Cierto es que la mortalidad del COVID-19 es superior y que no llegaremos a saber la mortalidad real hasta que no pase la pandemia.

El COVID-19 es más contagioso que la gripe y su transmisibilidad, más rápida, bien sea porque de esta nueva enfermedad no tenemos inmunidad, ni vacuna, mientras que, frente a la gripe tenemos algo de inmunidad pasada y una vacuna que van modificando y mejorando anualmente.

Tan sólo un 1% de la población enferma de gripe; por lo que tal vez no enfermemos nunca de ella. No la confundamos con catarros u otro tipo de infecciones respiratorias. Mientras que, del COVID-19, si no se adoptan medidas enfermaríamos el 100% de la población en poco tiempo, siendo hasta el 17% casos graves (datos actuales de China), datos que revelan que el sistema sanitario colapsaría. Y la importancia de que no lo haga es porque la enfermedad con asistencia reduce su agresividad y letalidad.

Hay que frenar la curva de contagios y evitar que se produzcan tantos en tan poco tiempo, que se espacie su contagio, para  disponer de respiradores, por poder estar bien atendidos por el personal sanitario, por poder tener equipos de protección adecuados y suficientes para todos, para evitar tantas muertes, para evitar estas situaciones tan dramáticas en las familias.

    Y de ahí la necesidad del aislamiento, de la cuarentena y el por qué de quedarse en casa, de limitar contactos… no sólo por no infectarse uno a sí mismo, sino por evitar infectar a otros. 

Ojalá, en un futuro no muy lejano, se encuentre la cura o una vacuna con la que combatir este virus. Mientras, es tarea de todos hacer posible que disminuya el contagio, para frenar su expansión, para disminuir el número de fallecimientos y vencer la enfermedad. ¿Cómo? 

– Quedándonos en casa

– Lavándonos las manos adecuadamente entre 20-30 segundos, con mucha frecuencia

– Manteniendo la distancia de 1,5-2 metros si salimos a la calle (sólo por los motivos ya conocidos).

– No usar guantes y mascarilla si no es necesario, puesto que la forma de quitar los guantes también ha de ser especial para no contagiarnos y la mascarilla quirúrgica sólo sirve en el caso de estar infectado, sino es más riesgo el usarla que el no hacerlo, porque al ponerla y quitarla, nos podemos tocar la cara con la mano infectada y acabar enfermando

Y no menos importante, no difundir información no veraz que contribuya a crear confusión, ideas erróneas o desinformación, así como a sembrar el pánico entre la población, por la salud mental de todos.

Yo por mi parte, es lo que intento inculcar a mis alumnos de Ciclos Formativos de TCAE, para que así, el día de mañana, como buenos profesionales de la salud, puedan transmitir información fiable a sus pacientes y a toda la población.

Inés Gómez García

Enfermera, coordinadora y profesora de CFGM de TCAE

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