Septiembre de 2015, once de la mañana. Me encontraba en el aeropuerto de Bruselas para empezar una nueva aventura en el otro lado del mundo, en China. Después de dos años aprendiendo la lengua de Confucio, ¿estaba listo para enfrentarme al Reino del Medio y a sus habitantes?
Empecé a aprender “el idioma más difícil del mundo” en 2013. Todos mis amigos me decían que si ya era complicado hacer estudios en otro idioma, lo de aprender chino era una misión imposible. Siempre me han gustado los retos.
Los cursos de la universidad empezaron desde cero. Todavía me acuerdo de las primeras clases, cuando estábamos aprendiendo los sonidos de este idioma que parece ser incomprensible a cualquier oído: parecíamos todos niños aprendiendo las sílabas por primera vez.
Es cierto, el chino es un idioma difícil, pero, ¿para quién? Normalmente la gente no se da cuenta de las dificultades de aprender un idioma para los alófonos (hablantes de otro idioma). ¿Quién elige cuál es el idioma más difícil del mundo? Todo es muy subjetivo. Los idiomas han sido divididos por los lingüistas en familias. Muchos idiomas que se hablan en Europa vienen del sánscrito, un idioma originario de Asia, desde el cual, a lo largo de los siglos, se ha transformado en otros idiomas como el latín, el hindi o el ruso. Hoy en día algunos idiomas que se hablan en Europa vienen del latín como el español, el italiano o el francés.
La importancia del contexto
¿Entonces el chino es difícil? Pues, para un español puede parecer muy críptico, pero para un japonés a lo mejor resulta mucho más fácil aprender chino que portugués. La dificultad de un idioma se basa en varios aspectos, como la fonética, la gramática, la sintaxis, etc. Cuanto más se parece un idioma a uno que hablamos, más facilidades tenemos para aprenderlo. Un hispanohablante tendrá mucha más facilidad para aprender el italiano o el rumano de la que podrá tener un indio o un ruso.
Pero el español es muy fácil… ¿Nunca os habéis parado un momento a reflexionar en la complejidad de la lengua de Cervantes? Pensad en todos los tiempos verbales y en sus conjugaciones, en todas las irregularidades del presente del indicativo o simplemente del género de las palabras. Para un chino, será muy complicado aprender que libro es masculino, pero mano es femenino, que agua es femenino pero que se dice el agua con el articulo masculino. En chino las palabras no tienen género. La palabra 猫 (māo) significa gato, gatos, gata, gatas. ¿Y los tiempos verbales? 去 (qū) significa ir pero también voy, vas, va, vamos, vais, van, he ido, fui, íbamos, ve, vayamos, etc. Los verbos en chino no se conjugan. ¿Cómo se pueden diferenciar entonces? Con los pronombres personales, los adverbios de tiempo, en fin, con el contexto.
Sí, para dominar un idioma extranjero hay que manejar las varias competencias lingüísticas (hablar, escuchar, leer y escribir) pero, ¿y si hay algo más allá de estas cosas? Justamente el contexto es una parte fundamental a la hora de aprender idiomas extranjeros. Todo se basa en el contexto para entender el significado de las palabras. Tomamos como ejemplo la palabra pavo en español. Puede ser un animal en “ayer compré pavo en el supermercado, una persona en “este pavo no tiene idea de cómo hacer este ejercicio” o dinero en “he pagado diez pavos por esta camiseta“. Pero, sobre todo, hay que entender el uso comunicativo de las palabras en el contexto. Cuando vivía en Pekín mi vecina me preguntaba cada vez que me veía salir o entrar de casa ¿vas de compras? ¿Sales del gimnasio? ¿Has comprado libros? Tantas preguntas me hacían pensar en por qué tanto interés en mi vida. Luego me di cuenta de que en chino es solamente una manera de preguntarte qué tal.
Con ojos diferentes
A parte del contexto hay muchos más aspectos en el aprendizaje de un idioma extranjero: la comunicación no verbal. Aprender un idioma es también aprender una nueva cultura. En España, cuando se conoce a una persona por primera vez, se da un apretón de mano muy fuerte a los hombres para mostrar su carácter y dos besos en las mejillas a las mujeres. ¿Esto es igual en todo el mundo? Obviamente no. En Inglaterra se da un dead fish (literalmente, un pez muerto); es decir, no apretar mucho la mano de la otra persona, porque en este momento estamos estableciendo la distancia mínima a mantener entre una persona y la otra. En Francia se da solo un beso en la mejilla, pero cuando vuelves de un viaje o es tu cumpleaños se dan tres. En Italia se dan dos besos, pero de izquierda a derecha, al revés que en España. Los musulmanes se aprietan la mano y luego se ponen esta última en su corazón mientras que en Japón se hace una ligera reverencia con la cabeza.
Aprender un idioma va mucho más allá de saberse comunicar con un interlocutor. Los idiomas explican el mundo exterior y lo cuentan de diferentes maneras. Por ejemplo, en español hay una clara diferencia entre el verde y el azul mientras que en japonés hay solo una palabra para los dos colores ya que se consideran tonalidades de la misma esencia. En italiano el azul oscuro y el azul claro (blu y azzurro) son dos colores completamente diferentes. En español, hay una sola palabra para describir la nieve mientras que en inuit tienen más de 50.
El tiempo y el espacio se describen de manera diferente de un idioma a otro y todas estas diferencias son la maravilla de aprender idiomas extranjeros. No solo tenemos la oportunidad de poder comunicarnos con gente de otros países y poder compartir con ellos nuestra cultura y aprender cosas nuevas, sino que además aprendemos a ver el mundo con ojos diferentes y a sorprendernos de ver que, aunque seamos muy diferentes, encontramos siempre valores comunes como la amistad, la familia y el amor.
Por cierto, el único gesto que parece ser común a toda la población mundial es una sonrisa (con la boca cerrada, por favor, que en Japón es símbolo de nerviosismo), así que no tengáis miedo de empezar vuestra propia aventura, sonreír y adelante, que nada es imposible 😊
Claudio Mastrangelo
Profesor de idiomas