Todo surge cuando una profesora de Plástica decide que la tecnología no va a ser un problema sino un medio. De esto hace ya demasiados años como para contarlo, pero ha sido una carrera de fondo sin descanso, aprender y aprender, formación sin parar, porque en esto de la informática uno no puede despistarse ni un ratito.

Así fue como me encontré de pronto en esto de la robótica. En la Comunidad de Madrid, los profes de Tecnología debíamos incluirla en nuestro currículo. Y como esto engancha, pues seguí buscando la manera de enganchar también a mis alumnos, sondeando las apps de programación que mejor se adaptasen a sus inquietudes y que no limitasen su creatividad y sus ansias de investigar. La robótica hace mover la mente hasta lugares insospechados y encima “mola”.

Durante el curso 2017-2018 formé un equipo extraescolar con un pequeño grupo de alumnos de varios niveles que, por “amor al arte”, se quedaban dos tardes a la semana para “jugar” a ser ingenieros y crear robots que hicieran las cosas más variopintas. Lo pasamos bien y pensamos en repetir.

Cuando conocí el programa “Mujer e Ingeniería”, decidí acercarme a ver de qué iba aquello y apuntarme a la preselección de colegios participantes en TECHMI. Nos seleccionaron y aquí estamos, un grupo de ocho chicas de 1º, 2º y 4º de ESO. Alba, Blanca, Carla, María, Marina, Mónica, Saray y Yoneili aceptan el reto y dos tardes a la semana se quedan en el cole para organizar un equipo que participará en el concurso.

No es fácil: hay que estudiar, extraescolares, algunas viven lejos, … Pero la ilusión y el compromiso les puede. Comienzan reconociendo las piezas del kit que nos entregan para fabricar el prototipo, probando los programas y el funcionamiento de la aplicación. Se familiarizan con el diseño y la impresión 3D (algunas piezas pueden ser diseñadas e impresas en 3D). Y la parte más importante: deben investigar qué necesidades hay a su alrededor para cumplir el objetivo del concurso; conseguir un robot cuya función sea una mejora social. Surgen varias ideas y hay que filtrar. Seleccionan dos y de estas eligen la definitiva: una silla de ruedas que sube aceras. ¡Genial! Ahora hay que construir y robotizar, para después programar los componentes que la harán subir cuando detecte el bordillo.

Graban un vídeo que deben enviar al concurso explicándolo todo y días después, recibimos la gran noticia: ¡estamos en la final! Solo tres colegios de treinta y siete han sido seleccionados y ahí estamos nosotras. Nos hemos embarcado en una gran aventura: el esfuerzo de regalar el tiempo libre para seguir aprendiendo, compartir con compañeras de otras edades y cursos lo que sabemos y nuestras fortalezas, aprender a equivocarnos y levantarnos hasta mil veces, porque
sabemos que es la manera de conseguir el objetivo.

¿Qué hemos obtenido de la robótica? La construcción de un robot hace trabajar nuestro cerebro y nuestras manos. Hay una parte creativa en la que dibujamos en nuestra mente aquello que hemos soñado, después hay que pasarlo al papel para mostrarlo a los demás, y, cuando la forma está clara hay que añadir los sensores y actuadores que harán al robot interactuar con el mundo físico y realizar las funciones que se le hayan encomendado. Como es natural, el robot no suele responder a la primera, ni a la segunda, ni… esta es la fase más terrible y a la vez emocionante, porque cuando por fin, después de probar cientos de veces, el robot funciona (aunque sea un poquito solo), nos reímos, nos abrazamos, saltamos de alegría y nos damos cuenta de que realmente solo lo que cuesta tanto emociona de verdad.

Varias chicas ya tienen el gusanillo de la ingeniería rondando por sus cabezas. ¡Objetivo conseguido!

Ahora nos queda saber cuál de los tres premios es el nuestro, pero el primero ya lo tenemos: sabemos que somos capaces de hacer lo que nos propongamos.

¡Enhorabuena chicas! Ha sido un placer trabajar con vosotras.

Nuestro agradecimiento a los Diegos, que se acercaron a colaborar con nosotras altruistamente y sin
ellos quizá esto no hubiera sido posible.

P.D: Hemos conseguido el 3º premio.

Belén Asegurado

Profesora TPR / Coordinadora TIC

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